¿Eso es un plan de paz? Hay que sostener la mirada incluso cuando duele.
He seguido la crónica de la Flotilla Global Sumud que, por cierto, no entró en Israel sino que los detuvieron en aguas internacionales y se los llevaron ilegalmente. Es triste que haya hecho más efecto el empuje de la ciudadanía visibilizando el genocidio (la vuelta, la flotilla) que la acción de los gobiernos. A la vez, ahí está el supuesto plan de paz que es más una coacción sin contar con el pueblo palestino y ninguneando a Naciones Unidas, además de dudar sobre la implicación de Israel y su seguimiento en el caso de que se llegue a algún acuerdo. Y mientras se habla sobre el plan de paz y comienzan las negociaciones, Israel sigue bombardeando y asesinando al pueblo palestino.
Me gustó leer esta reflexión: “Parece mentira que a pocos km de aquí, más de 2 millones personas estén sometidas a un genocidio, que se cobra sistemáticamente todos los días, al menos una cincuentena de personas muertas y cientos heridas, por bombardeos a una población civil que no tiene donde esconderse y que además es víctima también de la falta de comida, agua y medicinas. El pueblo de Gaza lucha todos los días contra la muerte intentando con tenacidad, preservar el mayor número de vidas. Apenas si nos queda poco más de una hora de luz. Si seguimos nuestra marcha, mañana llegaremos a Gaza sobre las 10 de la mañana (…) No nos dejaremos intimidar por amenazas, acoso o esfuerzos por proteger el asedio ilegal de Israel a Gaza. Vamos a seguir luchando pase lo que pase contra el genocidio en Palestina y contra la represión del movimiento mundial de solidaridad, por distintos países del occidente rico aliado del régimen sionista (…) En las últimas 24 horas, 42 cadáveres y 190 heridos llegaron a hospitales de la Franja de Gaza, mientras que cinco palestinos murieron y 56 resultaron heridos mientras buscaban ayuda alimentaria”.
Coinciden genocidio, bombardeos, plan de paz, detenciones, hambruna provocada para destruir al pueblo palestino, con el aniversario del 7 de octubre. Han sido dos años demasiado largos en los que la población de Gaza ha sido despojada, sitiada y golpeada sin descanso. Aunque sus habitantes lo busquen desesperadamente, no hay lugar seguro. El desplazamiento forzoso reiterado no ha sido en ningún caso un daño colateral de la violencia, ha sido un plan deliberado, un quebrantamiento sistemático del Derecho Internacional y de los Derechos Humanos que amenaza con condenar a generaciones enteras de palestinos y palestinas al exilio, además de sembrar la impunidad y el destrozo de organismos internacionales basados en la justicia y el diálogo.
Y además, no es algo nuevo, aún están las heridas de la Nakba de 1948 en la que cientos de miles de palestinos y palestinas fueron expulsados de su tierra y nunca pudieron regresar.
El Derecho Internacional prohíbe categóricamente los traslados forzosos de la población civil en los territorios ocupados. Tipifica como crímenes de guerra y de lesa humanidad los desplazamientos cuando se convierten en ataques generalizados o sistemáticos. UNRWA estima que más del 90% de la población de Gaza —casi 2 millones de personas— ha tenido que dejar atrás sus hogares y desplazarse en busca de un lugar seguro, incluso más de diez veces.
Negar el agua, el alimento, la energía o la atención médica es otra forma de expulsión. La privación como castigo colectivo también es un crimen de guerra prohibido como tal por el Derecho Internacional. La gente está agotada y se le está privando deliberadamente de lo esencial para sobrevivir.
Israel está haciendo también un “memoricidio”, eliminar todo rastro de que alguien existió, es o fue, eliminar recuerdos, eliminar el pasado dejándolo bajo los escombros, eso es eliminar la vida. “Te dejamos existir si no eres, nosotros decidimos por ti”.
Pese a todo ese desastre, la población palestina quiere vivir y organizaciones como UNRWA mantienen la voluntad de quedarse, de resistir y de cuidar. En cada escuela-refugio que sigue en pie, en cada centro de salud que aún abre sus puertas, en cada aula improvisada hay trabajadores y trabajadoras de UNRWA que no han abandonado su misión, 12.000 en toda la franja de Gaza. Son de allí y continúan trabajando entre el miedo y la esperanza, porque saben que su valentía y su perseverancia salvan vidas. Siguen distribuyendo lo poco que tienen, como agua; siguen atendiendo a las personas heridas y enfermas, acompañando a los niños y niñas…
El 23 de septiembre la Comisión internacional independiente de investigación de Naciones Unidas sobre los territorios palestinos ocupados, emitió un informe acusando a Israel de buscar “el control permanente” sobre la franja de Gaza, así como de intentar garantizar una mayoría judía en los territorios ocupados de Cisjordania y dentro de Israel. El texto concluye que las autoridades israelíes demolieron “de forma extensa y sistemática” la infraestructura civil en los corredores y la zona de amortiguación —área de seguridad controlada por el ejército y sin presencia civil—, y ampliaron continuamente las zonas bajo su control hasta alcanzar el 75% del enclave el pasado mes de julio.
Se trata, de acuerdo con el informe, de “un acto subyacente de genocidio”, ya que se crean deliberadamente “condiciones de vida calculadas para destruir, total o parcialmente, a los palestinos de Gaza”. Estas nuevas acusaciones llegaron una semana después de que los expertos concluyeran por primera vez que Israel es responsable de genocidio en la Franja y que el presidente israelí, Isaac Herzog; el primer ministro, Benjamín Netanyahu, y el exministro de Defensa Yoav Gallant “incitaron a cometer” este crimen.
Según la investigación, en Cisjordania, territorio que Israel ocupa militarmente, las medidas puestas en marcha por el Gobierno israelí desde octubre de 2023 demuestran “una clara intención” de trasladar por la fuerza a los palestinos, ampliar la presencia civil judía israelí y anexionar la totalidad de Cisjordania. El informe asegura que estas acciones impiden la posibilidad de crear un Estado palestino y están orientadas a mantener una ocupación indefinida de estos territorios.
“Seguirán hablando de un sueño palestino mientras nosotros continuamos construyendo una realidad judía”, dijo en agosto el ministro israelí de Finanzas, el ultraderechista Bezalel Smotrich anunciando la construcción de 3.400 viviendas destinadas a uso exclusivo de población israelí sobre tierra palestina que fracturaría Cisjordania en dos mitades y la aislaría de Jerusalén Este, capital de un eventual Estado palestino.
Los expertos instan al Gobierno de Israel a que ponga fin de inmediato al “genocidio en la Franja y a su ocupación ilegal del territorio palestino” y que retire todos los asentamientos y colonias de Cisjordania.
El Ministerio de Sanidad en Gaza hace el balance desde el inicio de la ofensiva israelí, el 7 de octubre de 2023: 66.225 muertos y 168.938 heridos en la franja de Gaza. Algunos expertos calculan 200.000 muertos contando las víctimas bajo los escombros.
Hay que sostener la mirada incluso cuando duele. Hay que mantener la esperanza basada en la dignidad y la justicia.
Pilar Sarto Fraj
Acción Solidaria Aragonesa
