DECÁLOGO DE LA COOPERACIÓN DESCENTRALIZADA por Ricardo Álvarez.

Por Cooperación descentralizada entendemos las aportaciones que realizan las instituciones públicas subestatales para mejorar la situación de esos países que empezamos a llamar subdesarrollados (¿respecto a qué desarrollo?), englobamos después como Tercer Mundo, para denominarlos más tarde En vías de desarrollo, Menos adelantados… o Empobrecidos, como nos gusta denominarlos a quienes trabajamos en su apoyo, o simplemente del Sur, entendido simbólicamente el término.

Nunca descolló la cooperación aragonesa, salvo honrosas excepciones que llegaron a alcanzar el famoso 0.7 (como el ayuntamiento de Jaca o la DPZ) o se acercaron a él (el ayuntamiento de Teruel). Pero hace unos años cabalgan tomas de postura en su contra, que han conllevado decisiones políticas de fuerte restricción, y que se han incrementado con las últimas elecciones.

Hay múltiples razones que avalan la vigencia de esta cooperación, que podríamos resumir en este decálogo:

  1. Es más eficiente, porque se apoya en gran medida en el voluntariado, lo que supone un valor añadido en sí mismo (la participación de la sociedad civil, promoviendo y ejerciendo comportamientos éticos) como en el estrictamente monetario, pues está ahorrando unos costes de trabajo que, de otra manera, habría que sufragar. Según un estudio del Real Instituto ELCANO (2018) la cooperación centralizada consume en gestión un 17% de los fondos mientras que la descentralizada solo emplea un 6%.
  2. Evita condicionamientos políticos, diplomáticos, comerciales, geoestratégicos… Es bien sabido y constatado que la cooperación estatal se pliega, desgraciadamente, en demasiadas ocasiones a intereses del propio país donante y condiciona su ayuda a exigencias de retorno que están prácticamente ausentes en la cooperación descentralizada.
  3. Va directamente a los beneficiarios, evitando peajes diversos, porque se canaliza fundamentalmente a través de ONGD con implantación en esos países y en partenariado con instituciones locales de allí.
  4. Tiene mayor capacidad para establecer mecanismos de relación más horizontales y huir de la lógica donante-receptor que estigmatiza a la cooperación estatal y perpetua situaciones de dominación simbólica, exportando sus modelos que, desgraciadamente, tampoco han solucionado nuestros problemas aquí.
  5. Involucra y conciencia mejor a la ciudadanía de aquí y de allí, por su flexibilidad para establecer lazos de cercanía y propiciar allí procesos de construcción social y de toma de conciencia aquí de nuestro deber moral de cooperar y de cambiar las estructuras, las reglas del juego que mantienen a esos países muy alejados de satisfacer esos derechos que aquí consideramos absolutamente exigibles. Es la Educación para Ciudadanía Global, que no puede atender con la misma eficacia una estructura centralizada.
  6. Interviene mejor en lo local, aprovechando capacidades técnicas y humanas existentes en ese ámbito, porque ese es su ámbito, es su trabajo y su responsabilidad, sabe hacerlo… recursos de los que carece la Administración General del Estado, por su propia estructura.
  7. Es estratégica para la implementación de los ODS a nivel local, cuestión a la que se han comprometido prácticamente todos los estados. Hay múltiples cuestiones de la Agenda 2030 que pivotan también sobre las políticas locales y la cooperación descentralizada está en mejores condiciones para ayudar a que lo consigan.
  8. Dispone de los instrumentos de gestión y control suficientes y a un coste razonable, como lo está demostrando. No hay inversión pública más fiscalizada que la dedicada a cooperación internacional y con menores índices de desviaciones.
  9. Es legal: la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local (2013) la dificulta, pero no la excluye¸ como se ha demostrado en la práctica. Todas las instituciones que han querido hacerlo lo han estado realizando durante todos estos años, pese a haber sido establecida como una competencia impropia por dicha ley.
  10. Es inexcusable mientras no la asuma el estado, por encima de sus compromisos. Además de su propio valor intrínseco, y ser una característica de la cooperación española (su grado de descentralización) cada vez más valorada internacionalmente, no tiene sentido retirarla sin haber asegurado que el estado fuese a aumentar su contribución en esos términos y sin menoscabo de otros compromisos de incremento de su ayuda.

Ver noticia completa publicada en El Periódico de Aragón, el 10 de octubre de 2023.

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